Requiem por un cepillo

"Cada quien sus apegos", decía sabiamente mi prima la Loren quien vivió 25 años con su inseparable cepillo el cual defendió de robos, (francamente yo no sé quien se hubiera querido robar un cepillo el cual es culpable de mis pronunciadas entradas desde que tengo 10 años), cada vez que las agujas (porque no eran cerdas, eran agujas) se enchuecaban, Loren tomaba sus pinzas de cejas y ahí estaba duro y dale hasta que de nuevo el cepillo estaba todo derechito; lo volvía a clavar porque se desprendía ( y no es para menos, esa Loren tiene tanto cabello, imagínense los nudos que se le hacían que hasta el cepillo despegaba), en fin, mi prima Loren extrañará al cepillo que para mí que era un arma mortal disfrazada de cepillo; requiem por el querido cepillo, ya nos encargamos de darle ánimos y hacer que piense en los cepillos que están por venir, que no hay cepillo malo (solo con agujas).

Estoy segura que además de los años de bien peinés que le dio a Loren su querido cepillo, está triste por todo lo que vivió con él, todo lo que ese cepillo vió (¿te cae?), fue el que usó cuando iba a la primaria con sus dos trencitas y el pañuelo blanco, con el que la peinaron para su salida de sexto, su reunión de XV años en donde mi mamá le regaló una bolsa con estoperoles, el mismo cepillo que seguramente usaron para quitarle los vidrios de su cabello cuando tuvo ese accidente feo, el mismo que empacó cuando dijo "hasta aquí llegué y quiero un cambio de vida", el mismito que usó cuando se fue al hospital cuando Andy nació y ni mas ni menos, el que usó por la mañana el día que se casó; ya te entendí Loren...requiem por tu cepillo.

Ánimo.

Cualquier comuncación con esta columna cortita y con entradas, acá ando.

Los quiero,

Gaby